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El hacinamiento y el derecho a la vivienda

Esténtor Político

Las condiciones de vida siguen siendo precarias en México, y con la pandemia de COVID-19 se agudizan más. El derecho a los servicios básicos, la salud, la educación y la vivienda debiera ser prioridad de gobiernos, pero no ocurrido y esto se queda en sueño para millones de familias.

Con base en los datos y estadística del Censo de Población y Vivienda del Inegi 2020, México tiene una población de 126 millones 14 mil 024 habitantes en todo su territorio, de los cuales, según, 92 millones 582 mil 812 personas se encuentran afiliadas a alguna institución de salud pública (35.5% al Insabi, 51% al IMSS y 7.7% al ISSSTE o privadas 2.8%).

Esto ha provocado que la demanda de salud de calidad sea imposible de cubrir porque la saturación que se generaba ya desbordaba la ocupación hospitalaria, mucho antes de que llegara la pandemia y que las instituciones sufrieran severos recortes económicos disfrazados de ‘políticas de ahorro’.

Así, una persona que se atiende en un hospital público por COVID tiene mucho menos oportunidades de sobrevivir ante una persona que es atendida en un hospital particular. A esto se le suma la calidad de vida, los ingresos y egresos y el tipo de empleo que un mexicano tiene.

También, según el documento ‘Estudio sobre hacinamiento y fallecimientos con COVID-19’ de Hábitat para la Humanidad México, los municipios con alto grado de hacinamiento y acceso a un hospital disminuyen la probabilidad de sobrevivir. Por lo que dentro de las desigualdades económicas, el hacinamiento es un factor asociado a la letalidad del virus.

México cuenta con 35 millones 219 mil 141 viviendas con un promedio de ocupantes de 3.6 por cada una, pero en zonas rurales, conurbadas o indígenas, una de cada tres viviendas vive en condiciones hacinadas y con más integrantes por familia (Inegi 2018). Es decir, más de 50 millones de mexicanos viven en estas condiciones, transformándose en situaciones vulnerables y de riesgo; sumado junto a las comorbilidades de cada ser.

Sin embargo, en el país un millón 232 mil 670 viviendas cuentan con pisos de tierra y no tienen agua potable disponible y nueve millones 896 mil 579 no cuenta con drenaje, descargan en barrancas o cuentan con una fosa séptica (Inegi 2020). Y en las mismas o peores condiciones se encuentra el acceso a alimentación, a seguridad social y a energía eléctrica.

La falta en la calidad de la vivienda y una política que reduzca el hacinamiento se ha vuelto fundamental para mejorar las condiciones de vida que los mexicanos necesitan, puesto que se ha vuelto una variable que se asocia con la letalidad del virus actualmente y otras enfermedades; porque es inevitable, que si en una vivienda viven entre cinco o 10 personas, los contagios por el COVID-19 se incremente y prácticamente se imposible evitarlo.

Si antes de la pandemia, los gobiernos no pusieron atención en la falta de vivienda para millones de familias, aun siendo una prioridad, hasta de sanidad, hoy se ve más lejos que su atención de un giro a esta problemática; hoy todos los objetivos de Morena, AMLO y la 4T están en las elecciones del próximo julio.

Así, lo que el país necesita, con urgencia, es empezar a proyectar y encaminar un nuevo modelo económico que permita buenos salarios y con ello genere ingresos que alcancen para vivir. ¿Qué hacer? Fácil, en las próximas elecciones debemos elegir a verdaderos candidatos que busquen el bienestar común de sus futuros gobernados y convencer a más personas de que un país mejor se puede hacer realidad. Sólo así, la falta de vivienda en México, podría empezar a resolverse. Porque por ahora, la vivienda es sólo una de tantas carencias. Por el momento, querido lector, es todo.

Miguel Ángel Casique Movimiento Antorchista Nacional @MCasiqueOlivos

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