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Tercer informe: reflejo de la desesperación y del miedo de AMLO

Esténtor Político

Un grito desesperado y con mucho temor fue el llamado del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) para realizar una concentración masiva de personas en el Zócalo de la CDMX, en plena cuarta ola de COVID-19 que ha presentado ya un ‘ligero’ repunte en muertes del 6%; el #AMLOFest fue la forma perfecta de darle un soplo de vida a su gobierno que ya empieza a agonizar y se ve moribundo, aunque la 4T y Morena crean que todo va ‘requetebién’.

AMLO necesitaba mostrar un ‘músculo fuerte’ y así lo hizo, pero recurriendo a las viejas prácticas (que él tanto critica) de los acarreados para llenar la gran plaza nacional. No fue voluntad propia la que impulsó ‘la invitación’ que con tanto júbilo anunciaba el presidente. Los camiones que se «adueñaron» de las principales calles del centro histórico dan fe y prueba de ello.

Pero como en este espacio no vamos a negar que había miles de personas, claro, tampoco las 250 mil almas que presumen porque evidentemente esa cantidad no cabe en el lugar. Lo que sí podemos comentar y es nuestra obligación y derecho hacerlo es lo que hay de fondo; AMLO no quería dar resultados, no tenía resultados como gobierno y no los podía mostrar, él quería alimentar su ego y ‘medir su fuerza’ ante el descontento social por su mala administración en estos tres años que lleva al frente del poder. 

Y si para eso había que llevar a miles de mexicanos al ‘matadero’, no importaba nada, total, podía reutilizar su frase que tanta crítica le ocasionó cuando se refirió a las inundaciones en Tabasco, frase que el miércoles 1 de diciembre aplicó muy bien: “Desde luego, se perjudicó a la gente… a los más pobres, pero teníamos que tomar una decisión”. 

AMLO no sabe que esos 100 mil o 200 mil mexicanos no son los 30 millones que lo llevaron al poder; Obrador tampoco sabe que siete de cada 10 personas que estaban en el zócalo él mismo las ha orillado a vivir en la miseria y pobreza y hoy, desgraciadamente, hombres y mujeres toman unos cuantos pesos de donde les venga, incluso, a pesar de vender su consciencia y dignidad, y soportando la demagogia barata y la manipulación oficial. 

El discurso que se esperaba fuera diferente resultó ser promesas vagas y sin sentido que manifestaban su manía y desconexión con la realidad del México, aún más desigual, que ha creado y por el cual sigue culpando a las administraciones del pasado. A tres años de gobierno obradorista no hay nada qué festejar, nada qué reconocerle, pues ha sido un presidente que se resiste ante la catástrofe que arrastra y que, por el contrario, desea ‘fijar’ el rumbo que seguirá por el resto del trienio. Sin duda fue un discurso triunfalista pero plagado de más mentiras que fueron fáciles de reconocer.

El desprecio hacia los mexicanos, -a esos hombres que labran, cultivan y cosechan el campo, a esos hombres que mueven las máquinas en la fábricas o a esos trabajadores de la salud que AMLO les quita su trabajo en Oaxaca pero que gracias a ellos no hay más muertes por COVID, a esas amas de casa que cuidan de los niños y el hogar de las familias-, de un mandatario que los ha pisoteado es real, su retórica fue la misma que en las mañaneras, generalidades en las distintas materias como salud, educación, infraestructura, etc. Ayer los aplausos ciegos y sin cuestionar los problemas más urgentes del país hicieron su parte. 

Lo que vimos también fue un llamado de preparación para las elecciones del 2024; Obrador necesita amarrar sus tentáculos dentro de la política que dice haber ‘sentado’ frente  a una fiera que se encuentra aparentemente mansa (PRI, PAN-PRD) pero que en cualquier momento puede sacar los colmillos para atacar y quitarlo del poder; un voto de castigo se puede avecinar y AMLO no debería confiarse. Lo que sí está claro es que, a toda costa, necesita seguir polarizando para destruir el debate razonado; AMLO trata de reflejar un nacionalismo para ganar adeptos y que se sumen a su movimiento. 

Lo cierto es que Obrador cierra su tercer año de gobierno con mayor y alarmante inseguridad, crisis económica, alimentaria, de salud, pésimos resultados en educación, no hay apoyos al campo y sí, por otro lado, prioriza sus proyectos emblema que solo han tragado dinero en despilfarro, en la opacidad y por caprichos mientras que el país poco a poco está siendo controlado por una militarización excesiva, dejando de lado las verdaderas tareas del Ejército. 

La manipulación y el engaño sobre las masas, condicionadas a sus más elementales necesidades, contradicen el discurso presidencial. Los mexicanos debemos despertar de una vez por todas, porque el espejismo de ‘un movimiento fuerte y vigoroso’ que demuestra la desesperación y el miedo de AMLO es una prueba más de la lucha por la sobrevivencia de Morena y del legado obradorista.

México va a seguir llorando lágrimas de sangre. Al país le falta la mitad del sexenio y los problemas se profundizan más; pero esos tres años faltantes también deber servir para decirle a cada uno de los 126 millones de mexicanos que la 4T no es de los pobres ni los defiende, para decirle a cada ciudadano que AMLO no es un verdadero líder que esté preocupado por su pueblo, sino un dictador y un político farsante que cada día que pasa destruye más a nuestra pobre nación.

Todos los mexicanos debemos abrir los ojos, enterarnos, concientizarnos, educarnos y organizarnos en un verdadero movimiento que se encuentre listo para dar un golpe certero y en la cabeza a los falsos redentores y dictadores. No hay ninguna duda de que el tiempo dará la razón a los cuerdos que queremos un mejor país para las futuras generaciones. Por el momento querido lector, es todo.

Miguel Ángel Casique Movimiento Antorchista Nacional @MCasiqueOlivos

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