En México, el Día de las Madres es una fecha que celebra la fuerza, dedicación y amor incondicional de millones de mujeres. Sin embargo, para muchas de ellas, esta conmemoración ocurre en silencio y dolor, atrapadas en ciclos de violencia y dependencia que vulneran su integridad física, emocional y económica, que impiden su autonomía y ponen en riesgo su vida y la de sus hijos.
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021, 70.1% de las mujeres de 15 años o más en México declararon haber experimentado al menos un tipo de violencia (psicológica, física, sexual, económica o patrimonial) en el último año.
En el caso de la violencia intrafamiliar, el porcentaje pasó de 9.72% en 2016 a 14.95% en 2021, lo que confirma un incremento preocupante del riesgo dentro del núcleo familiar, justo el espacio que debería ser el más seguro para las mujeres y sus hijas e hijos.
Uno de los factores que perpetúan este ciclo es la dependencia emocional y económica. Muchas mujeres cambian su comportamiento o dejan de tomar decisiones propias por miedo a perder el afecto, el apoyo económico o incluso por temor a represalias. Esta dinámica, que normaliza relaciones desiguales donde una persona domina a la otra, impide a las mujeres construir un proyecto de vida, de autorrealización.

La situación se agrava cuando se considera que muchas mujeres en situación de violencia son también madres y cuidadoras principales. La Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2022 indica que las mujeres jefas de hogar destinan 19.49 horas semanales al trabajo doméstico y de cuidados; además de 25.92 horas a actividades remuneradas, en contraste con los hombres, quienes dedican 11.34 y 35.80 horas respectivamente. Este doble rol, en muchas ocasiones, se da sin apoyo ni recursos.
Además, una de cada tres mujeres reportó no poder realizar una actividad remunerada debido a que son las únicas cuidadoras del hogar o por impedimento de su pareja o familiares. Esto no solo limita su desarrollo profesional, sino que incrementa el riesgo de violencia feminicida, al profundizar la dependencia hacia el agresor o agresores.
“Cuando una madre vive violencia, no solo está en riesgo ella, sino toda su familia. En Espacio Mujeres, cada día acompañamos a mujeres que, además de sobrevivir agresiones, enfrentan juicios sociales, barreras económicas y la culpa de no poder darles una mejor vida a sus hijos. No basta con pedirles que salgan del ciclo: tenemos que construir redes que las sostengan y las protejan”, afirmó Marilú Rasso, directora ejecutiva de Espacio Mujeres.
¿Cómo ayudar a una madre que está sufriendo violencia?
Desde Espacio Mujeres, nos compartieron siete aspectos esenciales para acompañar a mujeres, especialmente madres, que atraviesan situaciones de violencia:
- Escucha sin juzgar. No cuestiones sus decisiones ni minimices su experiencia. Tu rol no es confrontar, sino ofrecer un espacio seguro
- Reconoce las señales de control. La violencia no siempre es física. Aislar, manipular o impedirle trabajar son formas de violencia igualmente graves
- No la obligues a denunciar. Cada mujer tiene su propio proceso. Apóyala brindándole información, pero respeta sus tiempos y decisiones
- Acércala a instituciones especializadas. Como Espacio Mujeres, existen organizaciones que ofrecen atención jurídica, psicológica y social
- Ayúdala a crear un plan de emergencia. Esto incluye tener a la mano documentos importantes, números de contacto y una red de apoyo clara
- Evita exponerla. No hables del tema frente a su agresor ni tomes acciones que puedan ponerla en mayor riesgo
- Recuerda: los hijos también son víctimas. El impacto de la violencia en niñas y niños puede ser profundo. Apoyar a la madre es también proteger a sus hijas e hijos.
Para más información o apoyo, visita www.espaciomujeres.org/.
